Contra la duda y la melancolía

17 de septiembre de 1856.

1. A través de estas pocas líneas, dile al joven amigo C., que Yo le mando este mensaje sinceramente y ahora Yo Mismo digo: ¡destierra todo lo que te recuerde y te exhorte de los tiempos de tu infancia, todo lo que te haga creer que pudieras ofenderme a través de algún pecado cometido, incluso por los, así llamados, pensamientos pecaminosos que, a menudo, van y vienen involuntariamente.

2. ¿Alguna vez he redactado un registro de pecados similar al de Ignacio de Loyola y lo he impuesto a los hombres para su estricto cumplimiento? - Lo único que he dado como mandamiento es el amor a Dios y también al prójimo, y todo lo que va en contra de él está prohibido. Pero esto no puede deprimir a nadie, sino solo puede hacerle muy feliz.

3. No pensarás que Yo he creado al ser humano para poder descargar Mi ira sobre él. No, sino para decirles a todos: ¡vengan a Mí todos los que estáis agobiados y recargados, porque Yo quiero refrescarlos a todos!

4. Solo piensa firmemente en esto y deja ir la última chispa de tus pensamientos de pecados mortales que aprendiste de la iglesia romana, y, así, nunca volverás a caer en la melancolía, sino que estarás siempre completamente alegre.

Pues quien realmente Me conoce y Me ama, nunca podrá estar demasiado triste, incluso en los momentos terrenales más amargos;

porque las muchas de las evidencias más obvias ya deben haberle convencido de que Yo nunca he dejado insatisfecho y sin bendiciones a nadie que se haya dirigido siempre a Mí en forma verdadera y viva y con amor en asuntos verdaderamente buenos y útiles para él.

Cuánto menos a ti, que te amo mucho en forma especial, porque conozco bien tu corazón y sé muy bien lo que has hecho por Mí en Mis siervos y otros pobres por puro amor por Mí, incluso con tus fondos algo limitados. Todo esto te lo reemplazaré muchas veces, pronto ya aquí como también una vez más allá, en Mi Reino y en Mi Casa y en forma indescriptible.

5. En todo caso, todas tus dudas ocasionales pueden ser resueltas en 'Juan'; solo lée esta obra con mucho esmero, porque ahí Yo te comunico todo lo necesario, cosas que aún no he comunicado a los arcángeles, excepto a Raphael, quien más tarde también encarnó en la Tierra. Todo esto debido a que eres uno de Mis hijos más jóvenes y, por lo tanto, de los más amados.

6. Mantente alegre en Mi Nombre, porque Yo, tu verdadero Padre lleno de Amor, quiero que suceda así contigo, y no temas a los pecados romanos. Amén.